El gran tema de la lamprea
En Caldas de Reyes, y por la amistad de un ilustre caldense, nos reunimos un grupo de amigos a comprobar si era verdad lo que te César Torres siempre nos está diciendo de las excelencias de la empanada de lamprea que allá logran. Había expectación cuando comparecieron las cuatro empanadas, y alrededor de la mesa gente dispuesta a poner los puntos sobre las íes y exigirle a la empanada de Caldas todos los sacramentos. Se afinó mucho en el debate -allí y a posteriori, en el viaje de regreso a Vigo, en una fresca y plateada tarde-, y se discutió la forma misma de la empanada, la calidad del pan, la cantidad y gravedad de la salsa -como la gran pintura formas, en la gran cocina hay salsas que vuelan y salsas que se apoyan-, el punto de cochura de la lamprea fluviatilis, y el tamaño de la que ha de ser empanada. Todo esto considerando, y trayendo a la memoria del paladar otras empanadas de lamprea, desde Tuy a Padrón y desde Arbo a Noya, se llegó a la conclusión de que la empanada de lamprea de Caldas merecía solemnes laudes y comparecer en una final de empanadas, y que podía sostenerse que estaba en la tradición romántica, en el modelo Gelmirez, famoso en piedra compostelana. El equilibrio pan, lamprea, salsa, estaba logrado, y se había llegado a un sabor agradable unitario y complejo, a una aterciopelada suavidad. Javier Vázquez sugirió -y yo estoy pensando en adherirme a este partido, que incluso pudiera ser un partido político, claramente liberal e individualista, cuya filosofía defendiese que la prosperidad consiste en la cantidad de ocio disponible per capita, y la paz social en que a cada uno se le sería dado según sus vagancias, previa educación de los apetitos y sueños- que la empanada pudiera ser individual, para que cada quisque, abriéndola ante sí, disfrutase de la totalidad del aroma, manteniéndose de paso caliente el complejo, y se gozase por el gourmet del conjunto -de la idea del conjunto- de la empanada. A Platón no le podía parecer mal que con la empanada de Caldas de Reyes nos comiésemos la idea de la empanada de lamprea.
Álvaro Cunqueiro - La Cocina Cristiana de Occidente Hablando de empanadas, y, para nuestra desgracia, no disponiendo de lampreas que empanar, vamos hoy con una empanada de mejillones que haría las delicias del mismísimo Álvaro Cunqueiro, amante inondicional de esta voluptuosidad gallega. Le añado, por mimparte, un escandaloso toque de jamón ibérico -que no cunda el pánico-, que acentúa el ya de por sí pleno sabor de los mejillones.
Grado de dificultad: Pedir prestado el rodillo a la "parienta"
Ingredientes:
Para la masa:
- Harina
- Sal
- Agua
- Levadura
- Un chorro de aceite de oliva virgen
Para el relleno:
Los mejillones una vez cocidos |
El toque "escandaloso" |
El pimiento y la guindilla |
- 1 pimiento verde
- 1 diente de ajo
- 2 cucharadas de salsa de tomate
- 1 cucharada de carne de pimiento choricero
- Un chorro de vino blanco
- 1 guindilla roja
Acompañante ideal de la salsa de tomate |
- Un pellizo de orégano
- Una cucharada de aceite de ajo y perejil
- Sal y pimienta al gusto
- Aceite de oliva virgen
Manos a la obra:
La masa ya reposada |
Inciando el sofrito |
Siguiendo con el sofrito |
Los mejillones picados |
Listo para el relleno |
Operación relleno |
El proyecto |
9 comentarios:
Yo ya sabes que cambiaría alguna cosilla que otra, excepto la música.
Y eso que en la foto tiene una presencia...
De los mejillones se puede aprovechar hasta el nácar de las valvas, que se llama "madre perla" ¿Y para qué?.
He comido empanadas sobre todo en Galicia, la patria de la empanada. De todo tipo. Pero los mejillones me los ponga por favor con una salsa espesa y picante, como los ponían (o los ponen, no lo sé) en ciertos sitios que usted y yo conocemos.
Sabeis que os digo...
Qué quieres que te diga, Gato, que llevas razón. Ya me lo decía mi madre con la comida (con más cariño, claro:)
¿Más cariño? Lo dudo...
Bueno, bueno...
Lo que oyes.
Madre no hay más que una...
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