sábado, 29 de junio de 2013

Pappardelle con berberechos



Pappardelle

GIOACCHINO ROSSINI 1868. 

Pésaro (Italia), lo ve nacer un 29 de Febrero de 1792, a este celebre compositor, su padre trampista aficionado, transmite al pequeño la afición por la música, recorriendo diversos centros y Liceos, donde estudiará canto y contrapunto. 

Sus dotes innatas para la música quedarán muy pronto reflejadas, al estrenar en Venecia, a la edad de 18 años, su ópera "El Contrato Matrimonial"; hay que apuntar, que no fue su primera ópera, puesto que ya, a la edad de 14 años, había compuesto "Demetrio e Polibio". 

La genialidad de Rossini, va quedando cada vez más patente; las óperas de la llamada época de Nápoles, a donde se trasladará en 1815, poseen más recursos que las anteriores y dan un mayor protagonismo al coro, llevando al compositor a sorprenderse de su propio éxito, en el estreno en 1816 de su famoso "Barbero de Sevilla". 

Francia también se rendirá a sus pies, siendo su ópera "Guillermo Tell" el mayor exponente de este éxito, introduciendo ahora, en esta etapa francesa, números de ballet en sus obras. 

Después de hacer este pequeño recorrido por la obra de Rossini, se puede pensar que era un apasionado de la música, pero si hacemos una interpretación subjetiva y libre, nos inclinamos a pensar, que LA VERDADERA PASIÓN DE ROSSINI, FUE LA GASTRONOMÍA. 

Corre el año 1830 y Rossini, con 38 años, decide darse un merecido descanso de la composición y dedicarse, casi por completo, a su verdadera pasión: LA GASTRONOMÍA. Este descanso del que hablamos estuvo acompañado de enfermedades, tanto reales como supuestas, puesto que era bastante hipocondríaco; no obstante nunca le abandonó un carácter vitalista y supo sacarle sustancia a la vida. 

Como anécdota y referencia obligada del apasionamiento que en él levantaba el tema gastronómico, se dice que en toda su vida lloró únicamente en dos ocasiones: a la muerte de su padre, y cuando se le cayó por la borda del barco un pavo trufado. Situación comprensible, si tenemos en cuenta, que para Rossini la trufa era "el Mozart de las setas". 

Radiciotti, (1927): biógrafo y buen conocedor de Rossini, nos cuenta varias anécdotas 

Una noche, al salir de un concierto al cual acababa de asistir el compositor, se acercó una señora. 
–Maestro –le dijo–, ¡finalmente puedo contemplar esta cara genial, que solo conocía por retratos! No se puede equivocar: Ud. tiene en el cráneo la joroba de la música. 
–¿Y que me dice de ésta, señora? –Contestó Rossini tocándose la barriga–. Ud. no puede negar que sea aún más visible y desarrollada. Y es cierto que mi verdadera joroba es la gula. 

Una vez, en premio de una apuesta donde había acertado, ganó un pavo trufado; pero el perdedor le daba largas para pagar la apuesta. Rossini le fue a ver un día y le dijo: 

–Oye, ese famoso pavo, ¿cuándo se come? 
–Sabe, Maestro, no es todavía la estación de las trufas de primera calidad. 
–¡Que no, que no! Eso es una falsa noticia que difunden los pavos para no hacerse rellenar. 

En 1864, el Barón Rothschild le mandó como regalo unos racimos de las maravillosas uvas de sus invernaderos, y recibió esta respuesta: 

–¡Gracias! Su uva es excelente, pero no me gusta mucho el vino en pastillas. 
El Barón entendió la alusión, y le gustó tanto este divertido comentario, que hizo mandar enseguida al Maestro un tonelete de su mejor Chateau-Lafitte 

El compositor Alberto Lavignac, que conocía perfectamente los vicios de Rossini, le regalaba de vez en cuando una docena de las deliciosas sardinas que se pescan en el Golfo de Gascuña. 

El Maestro le dijo un día: "Por favor, no me mande estas cosas el sábado. El sábado, hay siempre mucha gente a la mesa conmigo, y yo, cuando tengo las sardinas quisiera comerlas sólo, pero como soy tan buen marido, tengo que regalar siempre una a Olimpia (su esposa)". 

Vamos hoy con una receta sencilla y saludable, apta para el manazas más recalcitrante. Con berberechos frescos es el súmmum....

Grado de dificultad : La apertura de la lata de berberechos

Ingredientes:

- Pappardelle
- 1 lata de berberechos o berberechos frescos
- 2 dientes de ajo
- 1/2 guindilla seca
- 1 puñado de perejil
- 1/2 vaso de vino blanco seco o fino
- Acete de oliva virgen
- Sal y pimienta al gusto


Manos a la obra:
1 - Poner a Danilo Rea jazzeando La cavalleria rusticana de Mascagni.
2 - Cocer en abundante agua los pappardelle, añadir la sal cuando comienze a bullir el agua.

La salsa

3 - Mientras tanto hacer un refrito con el aceite de oliva, el ajo picado, la guindilla, añadiendo el vino tras dorar los ajos.

Los suculentos berberechos

4 - Si son frescos purgar durante media hora los berberechos en agua con sal para que desprendan los posibles restos de arena, hervirlos en agua y sacarlos nada más abran para que no se pasen de cocción y queden jugosos, si son de lata añadirlos simplemente a los pappardelle cocidos y escurridos.

Aspecto final
5 - Volcar la salsa sobre los pappardelle y los berberechos, servir y a......triunfaaaaar.


5 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Ay, qué pena, otra receta con pasta. Pero qué os ha hecho la pasta, hombre, os tiene abducidos...
Por lo demás, bien.

marian dijo...

Es que está preparando el cuerpo para cuando vaya a Italia.

marian dijo...

A mí es así como me gusta la pasta, con pescado o con marisco (o con los dos).
Lo espectacular es esa salsa (También Daniel Rea)

Sirgatopardo dijo...

Uno que si la pasta, la otra que si con pescado o marisco.
¡Vaya par de tiquismiquis mal criados! Unos buenos azotes......y a correr.

marian dijo...

Ok, pero suavesitos.