martes, 5 de marzo de 2013

Tortilla de patata, champiñones, calabacín y espinacas


Aquella noche de 1848 el joven Jules llevaba puesto su único traje, aquel que cuidadosamente se turnaba con su amigo Eduoard Bonamy para frecuentar alguna que otra tertulia de ambiente literario e intelectual de Parí­s.
Trataba que su vestimenta no delatara frente a los tertulianos su origen provinciano nantesino, y menos aún su apretada situación económica.
Muchos dí­as solo se alimentaba de pan y leche, y es que la escasa asignación que recibí­a de su padre la utilizaba para pagar el alquiler de una modesta habitación en el barrio latino (habitación que también compartí­a con su amigo Bonamy) y, sobre todo, para comprar libros y más libros, indispensables para quien, como Jules, pretendí­a ser un gran dramaturgo.
Se hací­a tarde, y mientras bajaba las escaleras de la casa de Madame Barreré (un conocido y bohemio salón de tertulias), recordaba distraí­do las conversaciones literarias que acababa de mantener y que tanto le apasionaban.En ese momento, Jules tropieza con un orondo caballero que subí­a apresuradamente y resoplando por las escaleras.
Jules no se disculpa. Le mira con altanerí­a y dice:
-“Seguro que usted ha cenado muy bien esta noche”
-“Perfectamente joven, nada menos que una tortilla de tocino a la nantesina y …”- responde el desconocido
-“Las tortillas a la nantesina de Parí­s no valen nada. Hay que echarles azafrán, ¿entiende?” ““ interrumpe Jules
-“¿Así­ que sabe usted hacer tortillas, joven?” ““ pregunta el caballero
-“¿Que si sé hacer tortillas, señor?, sobre todo me las sé comer” – espeta nuestro joven amigo.
-“¡Es usted un insolente! Y le exijo una satisfacción. Aquí­ tiene mi tarjeta… Vendrá el viernes a mi casa… a cocinar usted mismo una tortilla”
Al dí­a siguiente Jules cuenta el curioso incidente a su amigo Aristide Hignard, momento en el que saca la tarjeta, la lee y grita estupefacto: “¡Alexandre Dumas!”
Sí­, aquel orondo y voluminoso caballero de las escaleras era nada más y nada menos que Alejandro Dumas, el gran escritor y autor de novelas de gran éxito como “Los tres Mosqueteros” o “El Conde de Montecristo”
Jules (Julio) Verne, acudió al singular “duelo” y cocinó la tortilla.
Desde aquel momento ambos mantuvieron una gran amistad y Dumas se convirtió, hasta su muerte en 1870, en consejero literario y protector de Verne, ayudándole incluso a estrenar en Parí­s alguna que otra obra teatral, aunque con escaso éxito.
Pero lo que el gran Alejandro Dumas no pudo siquiera sospechar en aquel momento es que, con el paso del tiempo, Julio Verne, su protegido provinciano de Nantes, llegarí­a a superarle mundialmente tanto en popularidad como en número de tiradas y ediciones.
En 1885, quince años después de la muerte de Dumas, Verne le dedicará su novela “Matí­as Sandorf”, su propia versión de “El Conde de Montecristo”.

Os voy a dar la receta para una tortilla ligera y saludable, o sea con espinacas.

Grado de dificultad : Altius


Una, dos, y.........
Ingredientes:
- Patatas de Valderredible (zona patatera de excelencia situada en la zona sur de Cantabria, o las de calidad que tengáis más cerca)
- 6 Huevos de granja a ser posible
- Aceite de oliva virgen
- Sal
- Champiñones
- Calabacin
- Espinacas frescas
- Pimienta negra

Manos a la obra :
1 - Poner a Danilo Rea jazzeando  "Amapola"
2 - Pelar y cortar las patatas en rodajas finas de igual espesor (es el sistema para que las patatas queden bien cocidas)
3 - Freir las patatas en abundante aceite caliente, escurrir concienzudamente  y reservar
4 - Batir los huevos sin pasarse (deben de quedar irregularmente batidos)
5 - Cortar en rodajas finas los calabacines y los chamñpiñones,  pocharlos a fuego lento y reservar
6 - Saltear muy ligeramente con una gota da aceite las espinacas
7 - En un bol mezclar todos los ingredientes, añadir sal y pimienta al gusto y dejar reposar un mínimo de 15 minutos.
8 - En una sartén bien caliente, añadir un chorrito de aceite, freir la mezcla durante medio minuto bajando el fuego al mínimo, dar la vuelta y repetir la operación nuevamente después de calentar nuevamente a elevada temperatura y volviéndola a bajar, de forma que la tortilla quede poco cocida  en su interior (ver fotografía primera)
9 - Retirar del fuego, servir y .........a triunfaaar.


9 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Vale: "Altius, citius, fortius".

Yo jamás sería amigo de Dumas, no me gusta la tortilla de patatas, por mucho champiñón, calabacín y espinaca que le pongan, debo ser el único español al que no le gusta.
Sólo la soporto si está casi desconstruída, ya sabes, las patatas bailando en el huevo. Por ahí puedo acercarme mínimamente al Adriá. Sólo mínimamente.

Sirgatopardo dijo...

Corregido, está y agradecido. Los que no hemos pisado colegio de frailes, ya se sabe.
Ésta está deconstruída como a mí me gusta, jugosa y con el huevo casi crudo.

Juan Nadie dijo...

Entonces sí, a ver cuando me invitas.

marian dijo...

Y sin cebolla, como tiene que ser.
Hay tantas formas de hacer la tortilla de patatas..., pero a mí me gusta más cuando el huevo está cuajadito y la tortilla construida, lo otro yo lo llamaría revuelto de huevo con patata, etc.

marian dijo...

Para Conde de Montecristo...José Martín, cómo me gustaba aquella serie de TVE.

Sirgatopardo dijo...

¿Cuánto hace que ibas a venir a Santander?

Sirgatopardo dijo...

Pues hoy no te perderás a Richard Chamberlain haciendo de Montecristo.

finchu dijo...

No hay más tortilla ni más tortilla que la que hace mi mujer... y con cebolla.
He dicho.

Sirgatopardo dijo...

Eso se llama hacer la pelota.