martes, 30 de abril de 2013

Fabada asturiana

Aspecto final de la fabada
Fabada asturiana
Se despertó cuando atardecía el 1 de enero de 1984. Estaba desnudo, sobre la cama, destapado, tenía frío, pero sentía íntimo regocijo por no haber casi vivido aquel día. El 1 de enero debería estar prohibido, y el 2 de enero también. El año debería empezar el 21 de marzo. Se sorprendió de conservar la suficiente lucidez como para suscitarse reflexiones tan profundas y volvió a dormirse. Luego, al despertarse a las nueve y notar tres pinchazos como tres avisos en el hígado, fue cuando se dio cuenta de lo mucho que había bebido la noche anterior y de la página en blanco que era su vida desde que se encaramó a un coche hasta el presente. ¿Qué habría sido de Charo y Biscuter? Se  convenció de que no estaban en la casa después de haberla recorrido torpemente, como si no fuera la suya, llamándoles en voz alta por si jugaban al escondite o dormir la borrachera en el más imprevisible de los rincones. Ni rastro. Tal vez los había abandonado en una cuneta y se habían muerto de frío cubiertos por la nieve. Imposible. No nevaba. De las estanterías aún llenas de libros extrajo "Las buenas conciencias" de Carlos Fuentes, un escritor mexicano al que había conocido casualmente en Nueva York en su etapa de agente de la CIA y le pareció un intelectual que vivía de perfil, al menos saludaba de perfil. Le había dado la mano mientras miraba hacia el oeste. Tan displicente trata lo había recibido Carvalho sin que aquel charro supiera que era de la CIA, conocimiento que al menos habría justificado su actitud por motivos ideológicos. Pero Carlos Fuentes no tenía ningún motivo para tenderle escasamente una mano y seguir mirando hacia el oeste. Estaban en casa de una escritora judía hispanista que se llamaba Bárbara a la que que vigilaba por orden del Departamento de Estado, porque se sospechaba en su casa se preparaba un desembarco clandestino en España para secuestrar a Franco y sustituirlo por Juan Goytisolo. El agregado cultural de la Embajada de España le iba indicando con disimulo la ralea del personal que se movía por aquel party.
- No falta ni un rojo antifranquista. Aquella de allí es la viuda in pectore del rojo de Dashiell Hammet.
Especial interés tenía un escritor español que trataba de convencer a quien quisiera oirle que el mejor plato de la cocina española al lado de cualquier primor de la cocina árabe era una fabada, y decía fabada con la boca llena de judías podridas y chorizo hecho con carne de burro. Sostuvo Carvalho un diálogo político con un exiliado profesor español de economía que en la inmediata posguerra civil, con ayuda de la hispanista Bárbara y una hermana de Norman Mailer, se había fugado del Valle de los Caídos adonde Franco le había llevado para que construyera un templo expiatorio en compañía de otros presos políticos. Carvalho redactó un informe para la CIA en el que trataba de demostrar que era gente inofensiva a la que le faltaba cariño, como a casi todo el mundo. O no había sido exactamente así, pero lo cierto es que Carlos Fuentes le había tratado despectivamente sin ningún derecho y su novela iba a servir como material combustible básico para la fogata que iba a calentarle algo la casa y el alma. Desguazó el libro, arrugó las hojas y sobre aquellas palomas muertas de papel fur construyendo la arquitectura de la fogata y aplicó la cerilla que se convirtió en el epicentro de una llama que empezó literaria y terminó en una punta fantasmal de humo y deseo. Mientras crecía el fuego censaba con el rabillo del ojo los libros que le quedaban. Suficientes para ir quemando uno a uno libros que había necesitado o amado cuando creía que las palabras tenían algo que ver con la realidad y con la vida. Suficiente material combustible para lo que le quedará existencia o de fuerzas para defender su propia chimenea. Un día se caería por la calle o en esta misma sala y le llevarían a un depósito de viejos como castigo por haberse dejado envejecer y ni siquiera podría encender el fuego con ayuda de aquellos libros tramposos, por ejemplo, con el Teatro completo de García Lorca. Un día de estos quemaría el Teatro completo de Lorca, antes de que la muerte los separara. Ya había intentado quemar en cierta ocasión Poeta en Nueva York, pero se entretuvo releyéndolo camino de la chimenea y se topó con unos versos que le parecieron demasiado cargados de verdad. 

La rosa de Alejandría - Manuel Vázquez Montalbán

Vamos hoy con uno de los platos más populares y suculentos de la gastronomía hispana, siguiendo la receta del maestro Nacho Manzano de Casa Marcial en Arriondas.

Grado de dificultad : Renunciar a las fabadas de bote y dar el paso definitivo hacia la cocina con mayúsculas

Ingredientes:

- 1 Kg. de fabes de buena calidad
- ¼ de cebolla dulce
- 1 diente de ajo
- 2 ramos de perejil
- 150 g de aceite de oliva virgen 
- 300 g de panceta de cerdo desalado 
- 200 g de lacón de cerdo desalado 
- 2 chorizos 
- 2 morcillas 
- 1 cucharada sopera de pimentón dulce 
- 2 sobres de azafrán 
- Sal al gusto
- 4 litros de agua (si el agua que tenéis a disposición es de mala calidad, es aconsejable emplear agua mineral).

Manos a la obra:

1 - Poner al Vladimir Shafranov Trio jazzeando el Nocturne de Chopin. 
2 - Poner las fabes a remojo, (previamente lavadas), en el agua unas 8 horas.
3 - Coger una cacerola de 34 cm de diámetro e incorporar todos los ingredientes excepto la sal y el azafrán, poner fuego fuerte y desespumandor impurezas. 
4 - Cuando comience el hervor, bajar el fuego al mínimo para que vaya teniendo una cocción muy suave pero constante.



Operación de cocción
5 - Pasadas dos horas añadir el azafrán, siempre vigilando la cantidad de agua teniendo ésta que estar por encima de las fabes (reponiendo en cantidades pequeñas y fría si fuera necesario). 

6 - Faltando media hora para finalizar teniendo en cuenta que el tiempo de cocción es de 2 horas y media con unas fabes de calidad, rectificar el punto de sal que siempre dependerá de la que se obtenga del compango (la carne de cerdo). 
7 - Una vez finalizada el tiempo de cocción las dejaremos 1 hora de reposo antes de servir y a ............triunfaaaaaar.

7 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Vale, pero reconoce que hay algunas fabadas de bote que están para chuparse los dedos. Ya sé que no es lo mimso, pero tampoco es lo mismo papearse una fabada en casi cualquier sitio de Asturias, que un un restaurante "tropecientos tenedores" de donde sea. Hombre, por favor...

De todas formas, esta tiene que estar, ¿eh?

Sirgatopardo dijo...

Esta estaba mejor que las de bote.

Juan Nadie dijo...

No tengo la menor duda.

marian dijo...

Esta es la forma adecuada de hacerlas, pero yo he hecho buenos apaños con las de bote (solas) sopre todo las de "Jae", te evitas el largo tiempo de cocción y el resto se hace más o menos como tu receta.
De bote cocinadas no las he probado nunca, no he tenido el valor suficiente.

marian dijo...

Muy buena la versión del "nocturno".

Sirgatopardo dijo...

Cada uno es cada uno, y cada cual es cada cual....

marian dijo...

Sabias palabras...