Aragón y los chilindrones
Los aragonesistas consideran el drama fundamental de esta región es haber quedado prensada entre el centralismo español y la voluntad diferenciadora y hegemónica de los catalanes, y su cocina parece la traducción de esta constante histórica: no está valorada como la navarra o la vasca ni ha alcanzado el eclecticismo integrador de las cocinas de Cataluña. Un libro de cocina fundacional de la literatura culinaria de toda España, el de Rupert de Noia o Ruperto de Nola, del siglo XV, refleja ya la cuerda tensada entre catalanes y aragoneses a propósito del nombre del autor: De Nola para los aragoneses, De Noia para los catalanes. De Nola o De Noia fue cocinero del rey Alfonso V en Nápoles y recogió en el recetario "Llibre de coch" toda su memoria profesional que era no sólo aragonesa o catalana, sino que abarcaba platos de otras zonas de España y también europeos, y se vale de algunos aragonesismos para explicar sus platos. Compartir el reino de Aragón bajo la hegemonía de Barcelona como capital del imperio mediterráneo planteó el gran proyecto original y los aragoneses, como su cocina, han acabado asumiendo la imagen que les ofrecía el espejo convencional: a pueblo curtido por todos los vientos y sequedades le corresponde sobriedad y claridad, así en el comportamiento como en la cocina. A la cocina aragonesa se le suponen esos sabores convencionalmente recios y rotundos que se corresponden al imaginario de "lo aragonés" y que sólo necesitan sinceridad en los productos y en la manipulación. Claro que la sinceridad no siempre es buena compañera de la creatividad, y cocinar es modificar y enmascarar, aunque se respete el sabor original de lo cocinado.
La pobreza de este espejo no refleja la realidad de las cocinas plurales de Aragón, que ha tenido muy buenos defensores de su recetario más allá del disputado señor Nola o Noia, porque hay abundantes referencias a esta cocina en el "Arte de cocina" de Martínez Montiño, cocinero de Felipe IV, en el "Arte de confitería" de Miguel de Baeza, de 1598, o en el "Arte de cocina a usanza española, italiana y tudesca" de Diego Granado, publicado entre 1609 y 1614. Teodoro Bardají, maestro cocinero y divulgador gastronómico entre dos siglos, el XIX y el XX, era hijo de Binéfar y dedica a la cocina de su tierra varios apartados de su libro "La cocina de ellas"; y en el relanzamiento de las indagaciones sobre la arqueología del gusto aragonés hay que mencionar el trabajo de Antonio Beltrán "La cocina popular aragonesa". "Avance de un estudio", editado en 1967, avance que prometía el imprescindible volumen "Cocina aragonesa" de 1985. Se queja la profesora María Dolores Albiac de lo que todavía falta por rastrear para recomponer el puzzle de la cocina aragonesa perdida en siglos de toda clase de desertizaciones, y José Vicente Lasierra ha afrontado la tarea de reunir las recetas que más se corresponden con lo aragonés en las distintas ediciones de "La cocina aragonesa".
Pese a los tópicos, estamos ante una cocina variada porque diversas son la topografía, el clima y las producciones agropecuarias.
Manuel Vázquez Montalbán - La cocina de la harina y el cordero
El pollo de corral |
La chalota |
Operación dorado |
3 - Sacar el pollo. Reservar.
Operación cocción |
8 - Sacar el pollo, reducir la salsa hasta la textura deseada.