martes, 30 de abril de 2013

Fabada asturiana

Aspecto final de la fabada
Fabada asturiana
Se despertó cuando atardecía el 1 de enero de 1984. Estaba desnudo, sobre la cama, destapado, tenía frío, pero sentía íntimo regocijo por no haber casi vivido aquel día. El 1 de enero debería estar prohibido, y el 2 de enero también. El año debería empezar el 21 de marzo. Se sorprendió de conservar la suficiente lucidez como para suscitarse reflexiones tan profundas y volvió a dormirse. Luego, al despertarse a las nueve y notar tres pinchazos como tres avisos en el hígado, fue cuando se dio cuenta de lo mucho que había bebido la noche anterior y de la página en blanco que era su vida desde que se encaramó a un coche hasta el presente. ¿Qué habría sido de Charo y Biscuter? Se  convenció de que no estaban en la casa después de haberla recorrido torpemente, como si no fuera la suya, llamándoles en voz alta por si jugaban al escondite o dormir la borrachera en el más imprevisible de los rincones. Ni rastro. Tal vez los había abandonado en una cuneta y se habían muerto de frío cubiertos por la nieve. Imposible. No nevaba. De las estanterías aún llenas de libros extrajo "Las buenas conciencias" de Carlos Fuentes, un escritor mexicano al que había conocido casualmente en Nueva York en su etapa de agente de la CIA y le pareció un intelectual que vivía de perfil, al menos saludaba de perfil. Le había dado la mano mientras miraba hacia el oeste. Tan displicente trata lo había recibido Carvalho sin que aquel charro supiera que era de la CIA, conocimiento que al menos habría justificado su actitud por motivos ideológicos. Pero Carlos Fuentes no tenía ningún motivo para tenderle escasamente una mano y seguir mirando hacia el oeste. Estaban en casa de una escritora judía hispanista que se llamaba Bárbara a la que que vigilaba por orden del Departamento de Estado, porque se sospechaba en su casa se preparaba un desembarco clandestino en España para secuestrar a Franco y sustituirlo por Juan Goytisolo. El agregado cultural de la Embajada de España le iba indicando con disimulo la ralea del personal que se movía por aquel party.
- No falta ni un rojo antifranquista. Aquella de allí es la viuda in pectore del rojo de Dashiell Hammet.
Especial interés tenía un escritor español que trataba de convencer a quien quisiera oirle que el mejor plato de la cocina española al lado de cualquier primor de la cocina árabe era una fabada, y decía fabada con la boca llena de judías podridas y chorizo hecho con carne de burro. Sostuvo Carvalho un diálogo político con un exiliado profesor español de economía que en la inmediata posguerra civil, con ayuda de la hispanista Bárbara y una hermana de Norman Mailer, se había fugado del Valle de los Caídos adonde Franco le había llevado para que construyera un templo expiatorio en compañía de otros presos políticos. Carvalho redactó un informe para la CIA en el que trataba de demostrar que era gente inofensiva a la que le faltaba cariño, como a casi todo el mundo. O no había sido exactamente así, pero lo cierto es que Carlos Fuentes le había tratado despectivamente sin ningún derecho y su novela iba a servir como material combustible básico para la fogata que iba a calentarle algo la casa y el alma. Desguazó el libro, arrugó las hojas y sobre aquellas palomas muertas de papel fur construyendo la arquitectura de la fogata y aplicó la cerilla que se convirtió en el epicentro de una llama que empezó literaria y terminó en una punta fantasmal de humo y deseo. Mientras crecía el fuego censaba con el rabillo del ojo los libros que le quedaban. Suficientes para ir quemando uno a uno libros que había necesitado o amado cuando creía que las palabras tenían algo que ver con la realidad y con la vida. Suficiente material combustible para lo que le quedará existencia o de fuerzas para defender su propia chimenea. Un día se caería por la calle o en esta misma sala y le llevarían a un depósito de viejos como castigo por haberse dejado envejecer y ni siquiera podría encender el fuego con ayuda de aquellos libros tramposos, por ejemplo, con el Teatro completo de García Lorca. Un día de estos quemaría el Teatro completo de Lorca, antes de que la muerte los separara. Ya había intentado quemar en cierta ocasión Poeta en Nueva York, pero se entretuvo releyéndolo camino de la chimenea y se topó con unos versos que le parecieron demasiado cargados de verdad. 

La rosa de Alejandría - Manuel Vázquez Montalbán

Vamos hoy con uno de los platos más populares y suculentos de la gastronomía hispana, siguiendo la receta del maestro Nacho Manzano de Casa Marcial en Arriondas.

Grado de dificultad : Renunciar a las fabadas de bote y dar el paso definitivo hacia la cocina con mayúsculas

Ingredientes:

- 1 Kg. de fabes de buena calidad
- ¼ de cebolla dulce
- 1 diente de ajo
- 2 ramos de perejil
- 150 g de aceite de oliva virgen 
- 300 g de panceta de cerdo desalado 
- 200 g de lacón de cerdo desalado 
- 2 chorizos 
- 2 morcillas 
- 1 cucharada sopera de pimentón dulce 
- 2 sobres de azafrán 
- Sal al gusto
- 4 litros de agua (si el agua que tenéis a disposición es de mala calidad, es aconsejable emplear agua mineral).

Manos a la obra:

1 - Poner al Vladimir Shafranov Trio jazzeando el Nocturne de Chopin. 
2 - Poner las fabes a remojo, (previamente lavadas), en el agua unas 8 horas.
3 - Coger una cacerola de 34 cm de diámetro e incorporar todos los ingredientes excepto la sal y el azafrán, poner fuego fuerte y desespumandor impurezas. 
4 - Cuando comience el hervor, bajar el fuego al mínimo para que vaya teniendo una cocción muy suave pero constante.



Operación de cocción
5 - Pasadas dos horas añadir el azafrán, siempre vigilando la cantidad de agua teniendo ésta que estar por encima de las fabes (reponiendo en cantidades pequeñas y fría si fuera necesario). 

6 - Faltando media hora para finalizar teniendo en cuenta que el tiempo de cocción es de 2 horas y media con unas fabes de calidad, rectificar el punto de sal que siempre dependerá de la que se obtenga del compango (la carne de cerdo). 
7 - Una vez finalizada el tiempo de cocción las dejaremos 1 hora de reposo antes de servir y a ............triunfaaaaaar.

sábado, 27 de abril de 2013

Alcachofas con almejas


Aspecto final de la receta


Historia de la casa Arzak por D. Juan Maria Arzak

La historia del Restaurante es también, hasta dónde alcanza mi memoria, la historia de mi familia. La casona fue construida en 1897 por mis abuelos, José María Arzak Etxabe y Escolástica Lete, para ser una bodega de vinos y taberna en el pueblo de Alza, ahora perteneciente a San Sebastián. Muchos de mis primeros recuerdos transcurrieron aquí. Siguió siendo una taberna hasta que empezaron a regentarla mis padres, Juan Ramón Arzak y Francisca Arratibel. Juntos dieron al local un gran empuje como casa de comidas. Su esfuerzo y su buen hacer al frente de los fogones no pasaron inadvertidos. Poco a poco se fue extendiendo el rumor de que en el Alto de Miracruz, también llamado Alto de "Vinagres", se comían guisos deliciosos. El restaurante adquirió una gran notoriedad y se especializó en banquetes para celebraciones familiares.
Mi padre murió en mayo de 1.951, cuando yo tenía 9 años. Mi madre no se desmoronó, siguió luchando y trabajando sola. Continuó mejorando la calidad de los banquetes adquiriendo un gran prestigio. Llegó a tener tanta fama que los novios adecuaban la fecha de la boda al día que mi madre tenía sitio en el restaurante, y lo mismo sucedía con los bautizos y las comuniones.

En 1.966, después de haber finalizado mis estudios en la Escuela de Hostelería, el Servicio Militar y mis prácticas en el extranjero; empecé a trabajar en el restaurante. En principio me especialicé en la partida de carnes asadas al carbón vegetal. Mi madre fue una maestra paciente y constante. Ella fue quién paso a paso me reveló los secretos de la gastronomía. La curiosidad y las ganas de seguir aprendiendo hicieron que comenzase a trabajar en platos de creación propia.
Poco tiempo después, en 1.967, Maite Espina entró a formar parte del restaurante. Juntos seguimos progresando y mejorando el establecimiento. Ella aportó, y sigue aportando, su talento en cuestiones muy diversas como el servicio de sala, el estilismo, la decoración y la administración. Yo fui evolucionando dentro de la cocina vasca, fui incorporando nuevos elementos, hasta crear, a partir de ésta, mi propia cocina. En esta aventura de renovar y actualizar la cocina vasca, sin perder de vista la tradición, participaron también otros grandes cocineros.
Conforme crecía el restaurante, la familia también fue aumentando. Tenemos dos hijas, Marta y Elena.
A partir de mediados los 70 comenzamos a recibir premios y distinciones que refrendaban nuestros esfuerzos por convertir el Restaurante Arzak en un punto de referencia de la gastronomía nacional e internacional. Así, en 1.989, recibimos la anhelada tercera estrella de la prestigiosa Guía Michelin.
Elena ya está plenamente implicada en el día a día del restaurante. Aún así sigue ampliando su formación. Está preparada para llevar el restaurante y continuar con esta dura tarea. Ya se puede apreciar su mano en los cambios que va incorporando la carta. Es la cuarta generación de esta familia dedicada a la hostelería y apasionada por la buena cocina.
Fuente


La mitología cuenta que el dios Júpiter se enamoró de Cynara una chica rubia (rubio ceniza) guapísima, que le rechazó y para fastidiarla decidió transformarla en Cynara Scolymus: en alcachofa.
Como también se cuenta que posee propiedades afrodisíacas, por si acaso vamos hoy con una receta de alcachofas y almejas. ¿Alguien da más?

Grado de dificultad : No apto para personal de "sangres calientes"

Ingredientes:

- 6 alcachofas cocidas, frías y cortadas en cuartos.
- ½ Kg de almejas de Pedreña o en su defecto las que tengáis a mano.
- 2 dientes ajo picado.
- 1 vaso de caldo de pescado o en su defecto una pastilla de concentrado.
- Un chorro generoso de aceite de oliva virgen.
- 1 puñado de perejil picado.
- 1 cucharada rasa de harina.
- 1 chorretón de vino blanco seco.
Alegría, alegría....
- 1 pizca de cayena.
- Sal y pimienta al gusto

Manos a la obra:
1 - Poner a Musica Nuda jazzeando el "While My Guitar Gently Weeps" de George Harrison

Coetadas y cuarteadas
2 - Cocer las alcachofas una vez limpias, cortarlas y reservar.


La base del sabor
3 - En una cazuela rehogar el ajo picado y la cayena en el aceite. Cuando comienza a bailar, sin dorarse, añadir la harina y revolver con una cuchara de madera.
4 - Verter el vino blanco y reducir. 


En plena faena
5 - Añadir el caldo de pescado y dejar arrancar un hervor. Agregar un poco de perejil antes de añadir las almejas. 
6 - Mantener las almejas en el fuego justo hasta que se abran, apartar una a una según vayan abriendo y reservar
7 - Introducir en la salsa las alcachofas y dejar que hierva suavemente unos cinco minutos para que se calienten, a poder ser cubiertas.


Una, dos y ......
8 - Disponer las almejas por encima, dar unas vueltas, espolvorear con perejil picado y ya fuera del fuego añadirle un chorrito de aceite de oliva virgen.
9 - Servir y a.......triunfaaaaar

sábado, 20 de abril de 2013

Carrilleras de cerdo ibérico al vino tinto

Aspecto final de las carrilleras

Comida de cárcel

En las cárceles de todo el mundo se servía el tradicional rancho cocinado por los reclusos hasta que en algunos países se adoptó la cocina de catering, especialmente en las cárceles privadas, que son  y será uno de los negocios más lucrativos, a la vista del aumento global de la delincuencia generado por el aumento de la desigualdad de oportunidades entre Norte y Sur y la crisis del mercado de trabajo a la que ha llevado la fase actual de la revolución científico-técnica. En las cárceles convencionales, el puesto de cocinero está muy buscado porque suele ser el recluso que come mejor. Biscuter, el lugarteniente de Carvalho, estuvo encarcelado por su oposición al franquismo, y abundan en las novelas alusiones al la comida carcelera.

La soledad del manager
Invitó a comer a Biscuter y recordaron los platos que habían conseguido guisar en la cárcel de Lérida mediante un escobillómetro hecho con una gran lata de tomate y otra más pequeña de pimientos morrones llena de alcohol de quemar y mecha de gas.
- ¡Hasta una bullabesa de chatka hizo usted, jefe!

Arrancamos hoy con una receta de carrilleras de uno de nuestros tesoros nacionales, el cerdo ibérico, acompañadas de una salsa compuesta en su mayor parte por otro de nuestros Patrimonios de la Humanidad, el vino tinto de Rioja*, en este caso un Lagunilla crianza 2010. No añadiremos hierbas aromáticas de ningún tipo para no transformar el aroma original del vino.
*Nota : Si alguien prefiere emplear vino de otra denominación de origen, de su comarca, o de otro país, en su derecho está.


Grado de dificultad : Talibanes abstenerse

Ingredientes: 
Ingredientes principales



- 4 carrilleras de cerdo ibérico
- 1 botella de vino tinto (no emplear ni grandes reservas ni vinos peleones) 
- Un chorro generoso de brandy
- 2 cebolletas troceadas
- 2 zanahorias troceadas
- 4 chalotas troceadas
- 4 dientes de ajo 
- Aceite oliva virgen 
- 2 cucharadas de harina 
- Sal y pimienta al gusto 
- 75 g de mantequilla
- 1 patata mediana

Manos a a la obra:
1 - Poner a Art Tatum jazzeando el "Humoresque" de Dvorak

Las carrilleras salteadas

2 - Saltear las carrilleras en una sartén, colorearla por todos los lados, hasta que quede bien sellada, salpimentar.

3 - Desglasar  con  un  chorro de brandy y reservar (acción de añadir vino a una fuente de horno o una cazuela donde se ha preparado la comida y así conseguir aprovechar los jugos concentrados y grasa de la cocción para la elaboración de una salsa. El procedimiento consiste en incorporar vino o alcohol para arrastrar los restos del fondo de cocción y así obtener una salsa oscura y algo espesa que se coloca sobre el fuego hasta evaporar por completo el alcohol. También se puede reemplazar el alcohol por caldo).
4 - Cuando esté todo salteado y reservado, echar las verduras y rehogarlas bien a fuego suave durante al menos 10 minutos con un poco de aceite nuevo.
5 - Añadir 2 cucharadas soperas de harina, rehogarla unos segundos, y entonces añadir la botella de vino tinto.


Proceso de cocción

6 - Añadir las carrilleras nuevamente a la cazuela, y si no quedan cubiertas de líquido, completar con agua y no añadir sal.

7 - Tapar la cazuela y cocer a fuego lento hasta que las carrilleras estén completamente cocidas, durante unas 2 horas (45 minutos en olla express).

8 - Una vez cocidas las carrilleras, probar la salsa y si es necesario reducirla un poco hasta tenerla a punto de sabor.

9 - Una vez a nuestro gusto, triturarla y colarla sobre las carrilleras que tenemos en una cazuela y ponerlas a hervir 5 minutos más a fuego lento.
10 - Sacar la carne y reducir la salsa a fuego fuerte hasta que quede suntuosa y corregir el  punto de sal.
11 - Para que la salsa resulte suave, brillante, y untuosa, añadir unos dados de mantequilla.
Fritura de las bolas de patata
12 - Para la guarnición cocer una patata, hacer pequeñas bolas, pasar por harina y freír.

Una., dos y .....
13 - Servir y a...............triunfaaaaaaaaaar.


sábado, 13 de abril de 2013

Pierna de cordero lechal al estilo de Aranda de Duero

Aspecto final de la receta
Maitre d'hôtel
Jefe de comedor,  que toma la comanda y dirige a los camareros.

El premio
Con el hijo de Comesal:
"Podemos hacernos traer la comida del mejor restaurante de Madrid.
- ¿No podemos ir allí? Me encanta conocer maitres nuevos".
Manuel Vázquez-Montalbán

Vamos hoy con una receta sencilla de cordero lechal, el cordero pascual necesitará un tiempo de asado más prolongado, al estilo de la burgalesa villa de Aranda de Duero, famosa por la calidad de sus asados de la mencionada bestia.

Grado de dificultad : No dormirse durante el asado

Ingredientes:

Ingrediente fundamental
- Una pierna de cordero lechal
- Un vaso de agua


El secreto de la receta
- El zumo de un limón
- Una nuez de manteca de cerdo
- Sal y pimienta al gusto

Manos a la obra :
1- Poner a Andrzej Jagodzinski Trio jazzeando el preludio_in E minor op.28 no 4 de Chopin.


Momentos antes del asado
2 - Salpimentar el cordero y disponer la manteca de cerdo distribuida sobre el mismo
3 - Precalentar el horno a 140 grados C y asar la pierna durante aproximadamente 60 minutos por cada lado. Ir añadiendo de vez en cuando la mezcla de agua y limón, para aportar un sabor ácido refrescante al asado
4 - Servir y a........triunfaaaaaar.

miércoles, 10 de abril de 2013

Besugo a la bilbaína


Gorro de Cocinero

Hay cocineros que se dejaron pintar con su gorro, como fue el caso del gran imaginativo Laguipiére, que por cierto es también conocido como "El gran turco".
Careme, el cocinero de Talleyrans, el sabio entre los sabios en la cocina del congreso de Viena, 1814-1815, tenía un gran gorro de raso con pequeñas flores de oro, y no se lo quitaba ante nadie en sus dominios, ni ante Alejandro de Rusia, sobre quien ejerció derecho de preferencia.


Besugo del Cantábrico

El zar pregunto ¿Quién es ese insolente? La cocina le respondió Talleyrans. Si, era toda la cocina, dentro de aquella cabeza privilegiada que fue la del gran Careme. (algún día os contaré la historia de este Grande entre los Grandes de la cocina el cual sin saber leer, ni escribir, a sus diez años su padre lo puso en las calles de París abandonado a su suerte, este gran hombre a parte de aprender cocina, aprendió a escribir, dibujar, arquitectura etc.). El zar que no era ningún estúpido lo contrató para que estuviese durante algún tiempo a su servicio.
Otro que se retrato con su gorro fue Noel, (cocinero de Federico el Grande de Prusia), que discutía de poesía con Voltaire. Noel fue el primero que añadió chocolate a una salsa de perdiz. Noel con la autorización de Federico, puso una pluma de faisán en el gorro con el escudo de armas de Prusia. Por lo leído hasta ahora lo que si es cierto que los gorros ya eran de uso corriente en el siglo XVIII y que se generalizaron a partir del Congreso de Viena.

Hay historiadores que dicen que bajo el pontificado del papa de Aviñón Juan XXII, empezaron los cocineros a usar los altos y blancos gorros. En la época de este papa, muy aficionado a la mostaza, era visitado por gente de su país natal y lejanos parientes rouergueses, poseedores todos de la ciencia de la mostaza y se pusieron por escalafón en la mostacería, hilos de oro, según su antigüedad, en los gorros que empezaron a usar. Otros autores dicen que la primera mención que se hace del gorro de cocinero la hace el abate Coyer, jesuita, preceptor del príncipe de Turena, capellán de la Real Caballería, autor de libros de viajes, quien describe al cocinero como hombre que viste ricamente, lleva espada al cinto, luce diamantes en sus dedos y saca de vez en cuando una caja de oro de rape, se distingue del duque de Orleans por el gorro que usa y no mas. El abate fue amigo de La Varenne, el cocinero del marques de Uxelles, autor de la biblia de los estofados "L´école des Ragouts".
Fuente


Vamos hoy con una receta, que aunque la mar de sencilla, nunca mejor dicho, merece ponerse gorro de cocinero y vestido de lagarterana si fuera menester.

Grado de dificultad : Cabezones abstenerse, no los hacen a medida

Ingredientes:
- 1 besugo del Cantábrico (el tamaño depende del apetito o del bolsillo, en Navidades solo apto para millonarios o políticos)
- 2 patatas de Valderredible o de la zona de cada uno
- 1/2 guindilla seca
- 2 dientes de ajo
- Sal y pimienta al gusto
- Aceite de oliva virgen
- 1 chorrito de vinagre de sidra
- 1 pellizco de perejil

Manos a la obra:
1 - Poner al Ashley Adams Trio jazzeando el Liebestraum de Liszt
2 - Cortar las patatas una vez peladas en rodajas de 1 centímetro de grosor


Antes del horneado

3 - Colocar el besugo una vez limpio, desescamado, eviscerado y salpimentado sobre el lecho de patatas, chorrear con aceite de oliva virgen.
4 - Hornear a 18 grados durante aproximadamente 15 minutos, dependiendo del tamaño. 
5 - Mientras tanto, en una sartén aparte, dorar en aceite (sin quemar) los ajos fileteados y la guindilla, añadir un chorrito de vinagre de sidra.


Aspecto final
6 - Volcar el refrito sobre el besugo, repetir la operación dos veces más recuperando cada vez el jugo del besugo junto con el líquido del sofrito,  espolvorear con perejil, servir y a..........triunfaaaaar.


domingo, 7 de abril de 2013

Arroz Basmati con chopitos

La cultura gastronómica en Carvalho

Carvalho, que mantiene cierta distancia crítica con respecto a la cultura en general, asume la cultura culinaria cono un enmascaramiento de la crueldad que implica matar para sobrevivir. 

Chopito o puntilla
La soledad del manager
-¿Usted es de los que cuando oyen la palabra cultura sacan la pistola?
-No, yo saco el mechero. La cultura es guisar con salsas o sin salsa, vivir como un mortal o un inmortal, prestar a la mujer propia o conseguir la de los demás, es decir cultura francesa o inglesa, española o americana, esquimal o italiana. Lo que usted llama cultura es ortopedia verbal o letrista.

El premio
Conesal: ¡Ah! No hay nada como una buena comida en compañía inteligente. ¿Se dejaría contratar sólo para explicarme el menú que como? Véase la importancia de la cultura, es decir, del patrimonio del saber en la degustación. Desde la cultura gastronómica se paladean mejor los guisos y de la misma manera desde la cultura plástica se paladea mejor una exposición. Hay que conseguir pertenecer a esa raza blanca que conoce todo lo necesario para paladear todo lo que se pone a su disposición.. Pero hay que saber que esa sensación es pasajera y que luego los negros vuelven a su color y los blancos también, incluso en mi situación mestiza. ¿Ustedes saben que es un blanco que tiene el alma negra? Si se tiene el alma negra, se es negro hasta las últimas consecuencias, sin paliativos ni coartadas.
Manuel Vázquez Montalbán


Hoy os dejo una receta de clara vocación mediterránea, aunque con el grado justo de mestizaje adulterador del arroz Basmati hindú.

Aspecto final de la receta
Grado de dificultad : Limpiar los chopitos (puntillas)

Ingredientes:
Arroz Basmati

- 500 gramos de chopitos o puntillas
- 1 vaso de agua de arroz Basmati
- 1 Pimiento verde 
- 1/2 Pimiento rojo
- 4 Dientes de ajo
- Aceite de oliva virgen
- 1/2 tomate pelado y picado
- Un  pellizco de azafrán
- Un  pellizco de pimentón picante
- Un pellizco de cúrcuma (en su defecto colorante)
- 2 cucharadas de café de carne de pimiento choricero
- El doble y un  poco más al equivalente del arroz, de caldo de pescado.
- Sal al gusto
- Un  chorro de aceite de perejil

Manos a la obra:
1 - Poner a Wayne Shorter jazzeando a Sibelius

Sofrito

2 - Hacer un refrito a fuego lento durante aprox. 15 minutos con un chorro de aceite, ajo y el pimiento cortado en trocitos pequeños ( es importante tomarse el tiempo suficiente, el arroz lo agradecerá)
3 - Añadir los chopitos y seguir refriendo hasta que se evapore el agua que sueltan.
4 - Añadir el pimentón y la carne de pimiento choricero, unos segundo después el tomate, y continuar sofriendo hasta que evapore asimismo el agua del tomate.
5 - Probar el grado de sal y corregir si fuese necesario ( téngase en cuenta que el arroz al final no coge sal)
6 - Añadir el arroz y sofreir un par de minutos

Cocción del arroz

7 - Añadir el caldo de pescado y cocer a fuego medio hasta que el arroz esté en su punto (apoximadamente 14 minutos)
8 - Un par de minutos antes añadir la cúrcuma y el azafrán para que desplieguen todos sus aromas
9 - Servir con un chorro de aceite de perejil, y a.......triunfaaaar

martes, 2 de abril de 2013

Kokotxas de bacalao en salsa verde

La fortuna del bacalao
Kokotxas de bacalao
José Maria Gurtubay era hijo de un modesto menestral de Dima, (Arratia -Vizcaya), que se fue a Bilbao para ejercer en el negocio de los pellejos y las corambres. No le marcho todo lo bien que era de desear.
Cambio de negocio y empezó a dedicarse a las importaciones de bacalao procedente de Noruega, Escocia o Islandia.
En 1824 se establece el Monopolio Estatal del bacalao. El Sr. Gurtubay pensó. que el negocio podía resultar fructífero siempre que se importaran pequeñas cantidades que pasaran inadvertidas ante los consumeros y empleados de Hacienda.
A finales del 1835 puso un "telegrama" a sus proveedores habituales solicitando cien o ciento veinte bacalaos. Escribió, poco mas o menos lo siguiente: ` "Envíenme primer barco que toque puerto de Bilbao 100 o 120 bacaladas primera superior".
(En mis notas figura "Telegrama" desde luego por el telégrafo convencional no pudo ser ya que en España se comenzó a poner en marcha el Telégrafo eléctrico en 1852, en 1855 se habían tendido muchos kilómetros de líneas y en 1856 se creo el Cuerpo de Telégrafos... Tal vez se refiera "Telegrama" a una nota corta manuscrita. Bueno este detalle es lo de menos).
Lo malo fue para Gurtubay que el 100 y el 120 fueron escritos en números. Y tomando la letra "o" por un cero quedaron "1000120". Con lo cual el bueno de Gurtubay recibió un millón ciento veinte bacaladas. Cuando llegaron a Bilbao estuvo a punto de suicidarse. Acepto el envió con responsabilidad y resignación y cuando mas desesperado estaba realizando gestiones para vender parte del pedido en Galicia y Asturias, Bilbao fue cercada por las tropas del pretendiente don Carlos María Isidro. Aquel cargamento fue el que permitió alimentarse a Bilbao durante el sitio de la primera guerra carlista y hacer a Gurtubay poseedor de una inmensa fortuna, una de las fortunas mas grandes de la Villa, multiplicada por su inteligente proyección sobre el Ensanche de la Anteiglesia de Abando, participación en el nacimiento del ferrocarril Bilbao-Tudela, fundación del Banco de Bilbao del que le nombraron Consejero el 27 de agosto de 1866, siendo reelegido para el cargo en febrero del 1877 sucediéndole a su muerte sus hijos Juan y José María, este ultimo donante de los terrenos donde se emplazo, el año 1900, el nuevo Hospital Civil de Bilbao. Para colmo, emparentó a los suyos con los Duques de Hijar y Aliaga, Alba, Andria y los marqueses de San Vicente del Barco, Yurreta y Gamboa. Una nieta suya, ya aristócrata por el matrimonio de su madre con el duque de Hijar y Aliaga, caso después con el XVII Duque de Alba.
Que asunto mas curioso de como puede nacer una de las grandes fortunas de Vizcaya.

En euskera "kokotxa" siginifica barbilla, sin embargo ese bocado exquisito, ligeramente gelatinoso, que el vasco extrae de la cabeza de las merluzas (actualmente también de la de los bacalaos) para convertirlo en codiciado manjar, no es precisamente la barbilla sino el fondo bucal, al que rodea el maxilar inferior.
Juan José Lapitz Mendía - Comer en Euskalherria

Vamos hoy con unas cocochas (en los últimos años ésta exquisitez se ha extendido a toda España y parte del extranjero) frescas de bacalao en salsa verde, las de merluza son más finas aún, que hacen babear sólo de pensarlo.

Grado de dificultad : Contentarse al terminar el banquete

Ingredientes :

Cocochas de bacalao

- 500 gramos de cocochas de bacalao
- 2 dientes de ajo
- Aceite de oliva virgen
- 1 pedacito de guindilla
- Perejil picado
- 1 cucharada de harina (de las de café)
- Vino blanco seco o amontillado
- 1 vaso de caldo de pescado o media pastilla de concentrado
- Sal y pimienta al gusto

Manos a la obra :
1 - Poner a Jacques Loussier y la Orquesta de Cámara de Praga jazzeando tangos
2 - En una cacerola de barro o de metal, calentar el aceite de oliva a fuego lento,  añádir el ajo y la guindilla y rehógar hasta que parezca que baila en el aceite, pero sin dejar que se dore (unos 45 segundo). 
3 - Añadir la harina y dejar unos segundos.
4 - Incorporar el vino y dejar reducir durante un par de minutos.

¡A mover se ha dicho!
5 - Añadir el caldo de pescado.
6 - Añadir el perejil. 
7 - Incorporar las cocochas salpimentadas y cocerlas durante 3 - 4 minutos, dependiendo del tamaño, agitando la cacerola con suaves movimientos circulares sutiles y acompasados. 
8 - Dar la vuelta a las cocochas y repetir el proceso. Se trata de que la cochura se realice lentamente a baja temperatura.
9 - La gelatina natural del pescado emulsionará con el aceite y creará una salsa verde, ligera y sutil. 
10 - Añadir el perejil, servir y a...triunfaaar.